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Nabi.

Jimin tenía a la pequeña Nabi sentada entre sus piernas, los demás cachorros le estaban rodeando, dibujando sobre hojas de papel.

—Bien, entonces, si mezclas el color amarillo con el azul se vuelve verde, ¿si viste? —estaban pintando con sus pequeños dedos, la pintura no era tóxica para ellos, pero de todas formas miraba que no se fueran a meter los dedos en su boca.

Nabi solo miraba curiosa a los demás cachorros, nunca había estado rodeada de tantos, y le daba un poco de miedo hacerlo, por eso no se separaba de él.

De vez en cuando Jimin acariciaba a la pequeña para hacerle saber que no se había olvidado de ella, sonreía cuando la escuchaba ronronear ante sus toques tranquilos.

—¡Oppa, mira! —la pequeña Somi de cinco años le mostró orgullosa su dibujo, los había puesto a dibujar frutas y ella había hecho unas uvas.

—¡Oh, que lindo Somi, se ven deliciosas! —Jimin sonrió cuando vio el pecho de la pequeña hincharse con más orgullo.

Miró al pequeño Mingyu, quien estaba mirando su dibujo con una expresión insegura, sonrió ante eso, Somi y Mingyu eran hermanos gemelos, pero muy diferentes entre sí, mientras una era más confiada y decidida, el otro era muy tímido e inseguro.

—Mingyu, ¿me muestras tu dibujo? —preguntó y vio como el pequeño dio un salto en su puesto, lo miró y después a su dibujo, al final terminó mostrándolo—. ¡Es tan bonito, es una deliciosa piña!

Mingyu se sonrojó y le sonrió, estaba más alegre y miraba su dibujo más orgulloso. Los demás cachorros también le mostraron sus dibujos y al final cuando todos terminaron de hacer sus dibujos los puso en un mural, así todos podían verlos.

—¡Es hora de la merienda y una siesta! —eso era algo adorado por los pequeños, quienes se fueron corriendo hasta donde estaba el baño para lavarse las manos.

Jimin puso a la pequeña Nabi en su pecho, tenía una cangurera para cachorros, así que se le hacía más fácil hacerlo. Ella solo tenía su chupón en la boca y miraba como ayudaba a limpiar a los demás.

Después fueron por sus loncheras y se sentaron a comer, Jimin calentó un poco el biberón de Nabi para dárselo, ella lo recibió gustoso, como si estuviera acostumbrado a él.

Era algo raro, pero supuso que ya le habían enseñado para poder venir a la guardería y que comiera sin mucho inconveniente. Al terminar de comer, varios cachorros estaban dormitando, los acomodó en sus futones y los arropó.

Kai siempre era el último en dormirse, pero después de un pequeño cuento siempre lo hacía. Jimin tuvo que acostarse con Nabi en un futón, al parecer ella no quería apartarse de él y no tuvo más remedio.

—Al fin se durmió —susurró viendo a la pequeña dormir tranquila junto a los demás cachorros, el aire acondicionado mantenía un ambiente fresco y no se preocupaba por el calor que podrían tener.

—¿La nueva te ha dado problemas? —Jimin miró hacia la puerta del salón, allí estaba Seojoon, era el omega encargado de la guardería.

—Hum, no, estuvo tranquila todo el día, no ha llorado casi nada —murmuró cuando se acercó al mayor, era mejor hablar lejos de los pequeños, así no los molestaría.

—Tendrás algo para hacer que los cachorros te amen a la primera, Jeon dijo que no le gustaba mucho los extraños y por eso podría dar problemas —Seojoon era alguien mayor, bastante, le gustaba mucho los cachorros también, por eso había fundado el lugar.

Había podido tener un solo hijo, pero este ya era mayor, e incluso tenía pareja.

—Lo sé, esta mañana lloraba sin parar, pero se ha calmado bastante y trata de llevarse con los demás pequeños —sonrió recordando como se había tratado de acercar a Kai, incluso jugó un poco con él.

—Bien, tengo que irme, pero si sucede algo, avisa, su padre viene a recogerla a las cinco —dijo el mayor y después se dio la vuelta, Jimin solo asintió a sus palabras.

El omega volvió al salón para revisar a los pequeños y acomodar las cosas que estaban fuera de lugar, debía aprovechar, estaban durmiendo para limpiar.

✧✦✧

La tarde pasó así, entre más juegos y juguetes. Trató de enseñarle a Nabi como sostener un crayón para que pudiera pintar, fue algo difícil, pero era su primera vez haciendo algo así, solo la dejó hacer lo que quiso tranquilamente.

Poco a poco los padres fueron llegando por los pequeños, la hora en la que llegaba la mayoría de los padres, eran desde las cuatro. Acomodaba sus mochilas y se despedía de ellos con una sonrisa.

—¡Adiós Hyung! —los gemelos se despidieron y Jimin les sonrió con cariño, la madre de los pequeños se despidió con una sonrisa también.

La última que quedó fue Nabi, ya iban a ser las cinco, y no faltaba mucho para que su padre llegara, y al parecer lo extrañaba, estaba un poco más inquieta en ese momento.

—Pronto estará aquí, no te preocupes pequeña —dejó un pequeño beso en su frente y acarició su espalda con cuidado.

Estaba sentado en una cómoda silla que había en el salón y Nabi estaba en su pecho, suspirando tranquilamente. De manera inconsciente dejó salir su aroma para envolver a la pequeña, eso hizo que Nabi se durmiera, rió por el tierno aspecto zombi que tenía.

Cuando escuchó pasos que venían de afuera alzó la vista, en la puerta del lugar se detuvo un alfa, esperaba más a la madre de la pequeña, no a ese playboy de televisión.

Era alto, su cabeza casi pegaba con el umbral superior de la puerta, tenía puesto un traje gris, su cabello rubio, rebelde y sus ojos azules intensos, ahora sabía de donde había sacado la pequeña Nabi sus bellos ojos.

—Buenas tardes, señor Jeon —saludó dando gracias a que su voz no temblara, se levantó de la silla y se acercó, aún con la cachorra recostada en su pecho.

—Si lo que sea, dámela —era tosco para hablar, más bien diría grosero, pero ignoraría eso, por el momento.

La verdad, se sorprendió con la suavidad que usó para tomar a la pequeña Nabi y ponerla sobre su hombro. Estaba enternecido por eso, sabía que los alfas eran muy protectores con sus cachorros, así que entendía un poco sus ansias por cargarla cuando llegó.

—Aquí están sus cosas —buscó el pequeño bolso de la cachorra para entregarlo, el alfa solo le miraba y no decía nada, aunque, parecía molesto, su ceño fruncido le hacía pensar que había algo mal.

—¿Dio problemas, lloró mucho? —le sorprendió la pregunta, no pensaba que fuera a decir algo como eso.

—No, ella es muy tranquila, hoy aprendió a sostener un lápiz, le aconsejaría que le dejara uno en su hogar también, así podría practicar más —no era algo muy relevante, pero le ayudaría un poco más en pintar más bonito.

El rubio no le respondió nada ante eso, solo asintió levemente, acomodó el bolso para que no le hiciera estorbo y se dirigió a la salida.

—La traeré mañana también —fue lo que escuchó antes de que el rubio desapareciera por completo.

Jimin caminó hacia atrás y cayó en la silla, soltó un suspiro profundo tratando de calmarse un poco, su corazón estaba loco.

¡Era el jodido alfa más guapo que había visto en su vida!

—Maldición Jimin —se reprendió a sí mismo, el alfa tenía a una cachorra y con su aspecto tendría también a más de un omega a sus pies y uno calentado su cama.

Pero, esos ojos azules le estuvieron devorando el alma, eran como una llama ardiente que lo podía quemar en segundos, lo mejor era mantenerse fuera de eso, y no pensarlo más.

Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.

Incluso ya había llegado a su casa, estaba en su cama, bañado, cenado y listo para dormir. Todo lo que hacía era mirar al techo.

Estaba jodido.

✧✦✧

Al otro día se despertó con mucho sueño, sentía su cuerpo algo pesado.

Estaba entrando a la guardería cuando vio al alfa rubio llegar con la pequeña Nabi en sus brazos, mientras que la cachorra dormía plácidamente sobre el hombro del rubio, Jeon iba refunfuñando por lo bajo.

—Buenos días —saludó con la mejor sonrisa que pudo poner, el rubio le miró un momento, para después solo chasquear la lengua, aún así no cambió su sonrisa.

—Buenos días —el alfa respondió por lo bajo, le entregó la mochila y Jimin la tomó. Nabi se despertó por los movimientos y miró con ojos soñolientos al más bajo.

—¡Chim! —exclamó la pequeña estirando sus brazos hacia él, Jimin miró al rubio esperando su consentimiento, no podía tomarla solo porque sí.

Al recibir un ligero movimiento de cabeza tomó a la pequeña Nabi y la acurrucó en sus brazos. Ella parecía a gusto estar así, incluso ronroneó cuando la acarició, dejando escapar también un pequeño bostezo.

—No eres alguien muy mañanera, ¿eh? —acarició la cabeza de la pequeña mientras reía un poco.

Se sonrojó al acordarse lo que estaba haciendo frente al rubio, era normal que hablara con los pequeños, pero era más cómodo cuando lo hacía rodeado de los cachorros y no de los padres.

—Volveré a la misma hora que ayer, ya me tengo que ir —el alfa dijo para después irse, Jimin pudo jurar que vio una pequeña, apenas imperceptible sonrisa en su rostro.

"Se estaba riendo de mí" Pensó internamente lamentando su debilidad por las pequeñas cositas tiernas.

Miró a la pequeña Nabi, quien ya estaba despierta, y solo le sonreía levemente mostrando sus pequeños dientes de leche.

—No puedo enojarme contigo —dijo divertido y después entró al salón.

Ese día fue como el anterior, puso a los pequeños a escribir letras grandes y pintadas con crayones, a Nabi también le dio uno y le ayudó a sostenerlo.

Se acostó con ella en el tifón a la hora de la siesta, esperando a que se durmiera para poder acomodar un poco el salón.

La pequeña se apegaba mucho a su pecho y olfateaba allí, como si buscara algo, sonrió ante eso imaginando lo que quería.

—No, pequeña cachorra, yo no tengo leche, lo siento —acarició su cabello rubio, no sabía si le entendía o no, pero rió por lo bajo al ver un pequeño puchero en su rostro.

Ella durmió tranquilamente y mientras lo hacía se levantó para acomodar el sitio, después, cuando pasó la tarde y llegó la hora de que los padres llegaran. La tía de Kai tardó algo en llegar, ella era quien cuidaba del pequeño desde que su madre murió.

—¡Buenas tardes, Jimin, lamento la demora, mi auto se descompuso! —dijo ella con algo de pena, su cabello cortado en honguito siempre le había gustado.

—No pasa nada Jisoo, el pequeño Kai le esperó pacientemente —sonrió a la mujer y se despidió el pequeño cachorro—. Solo somos tú y yo otra vez pequeña —le dijo a la cachorra y esta solo sonrió.

✧✦✧

Jimin ayudó a Nabi a pararse, caminaba despacio, pero se miraba contenta de hacerlo.

—Bien, bien, un pie frente al otro —colocó un osito de peluche al frente suyo para que fuera por él, así tendría un poco más de confianza y una meta para poder caminar.

Como el suelo donde estaban había una suave alfombra, no le preocupaba mucho que cayera de trasero, la dejó de pie y fue hasta donde estaba el peluche.

Era una distancia de unos dos metros, pero sabía que la pequeña podría hacerlo, tomó el juguete y lo empezó a batir en el aire.

—Aquí Nabi, ven, toma al osito, si puedes —Jimin podía ver como la pequeña Nabi daba pasitos vacilantes, y sonreía por las cosas que le hacía—. Solo un poco Nabi.

La bebé caminó, lento, pero seguro, su cabello rubio y corto se mecía con cada pasito que daba. A la final, rió y tomó el juguete cayendo hacia el frente, pero Jimin la atrapó y rió.

—¡Lo hiciste Nabi, bien hecho! —alabó a la pequeña y la abrazó, frotó su mejilla en la cachorra haciéndola reír—. Cuando tu papá llegue le puedes mostrar —dijo sabiendo que el rubio se podría alegrar por eso, era un buen avance, había caminado dos metros sin caerse, era bueno para su equilibrio al estar de pie.

—No te preocupes, ya lo vi todo —el omega se quedó de piedra, volteó lentamente hacia donde estaba el alfa y lo encontró apoyado en la puerta del salón.

—S-Señor Jeon... —Jimin sentía su rostro arder, incluso sus orejas. Miró la hora y vio que ya eran las cinco y diez minutos, vaya que era alguien puntual.

El menor se acercó al mayor para darle la pequeña, Nabi chilló y rió felizmente en los brazos de su padre al estar aún emocionada por lo que acababa de lograr.

—Iré por su mochila —Jimin dejó a padre e hija un momento mientras buscaba la mochila de la pequeña, podía escuchar susurros provenientes del mayor y pequeñas risas de la menor.

Le gustaba bastante verlos de esa forma.

—Aquí está la mochila señor Jeon, que tenga una buena noche —sonrió y el rubio sacó su vista de su cachorra para mirarlo a él, después tomó el bolso.

—Dime Jungkook. Tampoco me digas, señor, me hace sentir como si estuviera en la tercera edad —el rubio dijo dándose la vuelta para irse y Jimin solo asintió con su rostro rojo—. Adiós, Jim.

—¿Jim? —se preguntó alzando una ceja y mirando por donde el alfa se había ido.

Dejó su corazón revoloteando y una cálida sensación en su estómago.

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